"La evaluación es como la punta del iceberg, en el que lo manifiesto es menor que lo oculto y que es más lo que está por descubrir que lo conocido. Es preciso bucear en la praxis educativa y facilitar procesos de indagación y reflexión que favorezcan un cambio de cultura evaluativa encaminada hacia el aprendizaje y la mejora."
(Calatayud, 1998, pág. 10)
Por tanto, debemos considerar la evaluación como un proceso reflexivo para: obtener información, formular juicios de valor, tomar decisiones y mejorar lo evaluado.
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